Mis suspiros están justificados. Debo respirar hondo. Conseguir aire suficiente para ambos. Si te hundes, bajar al mismísimo océano y respirar por ti. No pienso permitir que te ahogues. Ni en el fondo del mar de tus lágrimas, ni en la superficie a manos de tsunamis salados.
No me puedo permitir perderte...
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