No voy a decirlo. Sería inútil, tú ya no lo creerías.
Entonces, ¿para qué malgastar saliva? No lo haré, tranquilo, te ahorraré el
pensamiento irónico que cruzaría tu mente, sí, algo así como; “eso ya me lo
dijiste una vez”. No voy a prometerte nada, a ti no. Voy a prometérmelo a mí
misma. Me prometo recuperar esa confianza perdida, por supuesto no con florida
palabrería, qué va, sino con actos, como deberían demostrarse las cosas que
realmente importan, con actos y no con palabras vacías… Me prometo no caer en
los mismos errores contigo, me prometo no darte razones para que desconfíes de
mí.
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