Es una condena. Nacer es una condena. Te lo dice alguien a quien trajo al mundo un ginecólogo tuerto. Empecé con mal pie, lo sé.
Maldita... Estoy maldita... Y ustedes también lo están. No, no me miren así, saben de lo que hablo.
Cada día que pasa, cada despertar en este pozo, es humillante. El aire que respiro me ahoga, el sol no ilumina mis mañanas. Vivo en penumbra, por mucho que el astro rey brille en el cielo.
Para empezar, en la cesárea que me trajo al mundo, casi pierdo una oreja... El ginecólogo era tuerto, y al cirujano por lo visto le temblaba el pulso...
Tengo una teoría, sí. Y es sólida. Nacemos muertos señores. Esto no es vida. No hay más que mirar alrededor, ¿hay vida en las injusticias que nos asedian? Bien... El mundo es trágico por naturaleza, vale, llámenlo selección natural si quieren. Miren sus vidas entonces. ¿Les parece vida? ¿No se asemeja más al temido Infierno? Yo lo creo así, nacemos muertos en un Infierno terrenal. Es una condena. Nacer es una condena...
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