Es tentador. Muy tentador. Oigo el agua de la ducha estrellándose contra el fondo de la bañera. Muero por despelotarme en el pasillo y bañarme con él. Sí, muero por ver su cara de sorpresa al descubrir la necesidad en mi rostro. Muero por bañarme con él.
Vaya... Creo que mi cuerpo ha decidido... Sin voluntad alguna sobre él, observo desde el interior, desde mis ojos, cómo he empezado a arrancarme la ropa. Es un contrarreloj, debo darme prisa o saldrá de la bañera y perderé la oportunidad de sorprenderlo y de follármelo bajo la ducha.
Ya me he sacado con ferocidad un par de camisetas, poniendo en duda la fortaleza de las costuras. He lanzado de un par de patadas las zapatillas contra la pared. Es una ventaja no llevar calcetines; me ahorra tiempo.
Empujo fuerte la puerta, cruje. El grifo se cierra y aparece él tras la mampara que evita las fugas de agua. Sonríe, sí. No hay duda; mi rostro delata la necesidad que tengo de él. Me mira de arriba a abajo, doy un paso tentativo, buscándolo, pero posa su dedo índice sobre el hueco que dejan las clavículas en la base del cuello. Frena así mi desesperado avance. "No, joder... Vuelve a esa maldita bañera y abre el grifo" grita mi mente. Sigue sonriendo... "No sonrías ¡y métete YA en la bañera!" Pero se queda ahí. Hace un ademán con la barbilla, frunzo el ceño sin comprender, "¿qué..? Ah, mierda, ya entiendo... Soy imbécil. Con las prisas olvidé quitarme el pantalón. No me deja bañarme porque es negro y destiñe... Pongo los ojos en blanco, jodido tiquismiquis...
No hay comentarios:
Publicar un comentario