Volver debería ser fácil. Reencontrarse con el pasado nunca lo es.
Son las mismas 4 paredes que dejaste atrás, son casi 8 años de recuerdos y vivencias. Será siempre tu origen, pero reencontrarse con el pasado a veces duele, sobre todo si corres en todas direcciones intentando dejarlo atrás. Al menos a una mínima porción, la más cruda por lo general. Volver dócilmente es como rendirse a los recuerdos...
Están por todas partes... Ya no sólo es esa habitación, si no la casa entera...
Hay viejos pensamientos colgados como pósters sobre las paredes, avanzas por las diferentes estancias y vas ojeándolos como si fueran los cuadros de algún artista incomprendido.
Es terrible descubrirte a ti mismo desde una nueva perspectiva. No va a hacerte retroceder en tu desesperado avance, pero temes que alguna de esas antiguas pinceladas de acuarela te absorban a su interior si pasas demasiado tiempo ante ellas.
El exterior es la continuación de esa extravagante galería de arte. Claro que, tienes más libertad de movimiento y mucha más amplitud. Puedes moverte sin temor a ser engullido por los recuerdos, pero aún así, totalmente consciente de ello evitas ciertas calles...
"Oh, ahí fue donde... Mh... Mierda..."
Y así una tras otra... No hay mayor escapatoria que en el interior, pues llevas tu pasado pegado a la suela de los zapatos. Por mucho que te empeñes en cambiar de calzado.
Derribé las paredes. Bueno, por suerte para el propietario de la casa que tenía en alquiler es la forma de decir que rescindí dicho contrato de alquiler.
ResponderEliminarDerribé las paredes. Los pedazos están en cajas de cartón y me esperan.
Cada recuerdo-pedazo de pared espera ser abierto y reconstruido. A la mayoría de ellos me niego. O los tiraré, o les buscaré nuevo dueño. El nuevo dueño no sentirá el fantasma del pasado.
Quizás me quede con algún trozo de pared, el que pueda servir de ladrillo para mi nueva casa.