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martes, 13 de agosto de 2013

Cartas a...

III

Madrugada del 9 de Agosto, a eso de la 1 y media. Aunque, la hora da igual. Y...el día también.
El cuerpo de la mujer fue creado para ser definido y amado, ¿no es cierto? Antes de que me preguntes por qué me refugio en sudaderas XXL, te respondo yo; por la misma razón por la que prefiero dormir en una cama de 2 metros de ancho. Por la comodidad. Si bien es cierto, tanto en la sudadera como en la cama, cabemos dos personas. Sí, ¿y qué? Estoy sola. Es un hecho irremediable. Y te preguntarás, "¿Celia, y todo esto a santo de qué?" Pues... Ni la más remota idea. Creo que surge del hecho de que la ropa suelta abraza cariñosamente el cuerpo, mientras que la lycra y las prendas ceñidas, lo estrangulan. Vale, deja de poner los ojos en blanco, ¡pesado! Ya sé que te importa más bien nada el tallaje de mis sudaderas, o el ancho de mi cama. Todo esto era una metáfora para reflejar lo diminuta y sola que me siento a veces... La casa es pequeña y el pueblo también, para qué mentir, pero los noto enormes y holgados a mi alrededor. A veces hay amigos, visita... Aún así sigo sientindo soledad...

Supongo que recuerdas a aquella chica sonrojada y solitaria que pretendía camuflarse en el rincón de aquél bar con su camisa negra, haciendo juego con la tapicería del sofá. La misma chica que cada miércoles se subía a un escenario, escudándose tras un micrófono rojo y un cuaderno. Aquella chica que tras la trinchera de su flequillo buscaba comprensión y afecto en los ojos de la gente que la rodeaba. La misma, que se compró una camiseta nueva para el primer día que aceptó quedar a solas contigo. Ella, se llama Valeria. 
A Valeria el Mundo se le queda enorme. A mi tan sólo me cuelga como una sudadera un par de tallas más grande. Valeria se encoje sobre sí misma y pasa desapercibida. Yo, le sonrío al Universo aunque tenga ganas de llorar. Valeria no encuentra, ni encontrará jamás su sitio. No hay lugar en la Vida para la timidez y la depresión. Yo... Yo encontré el puzzle perfecto en el que encajar. Encontré una rutina, un patrón. Entiende que me han tachado en el mapa, la ruta que tanto trabajo me había costado programar. Entiende que me sienta perdida en apenas 1 kilómetro cuadrado de casas de asobe. Entiende, que los mastodontes de acero, cristal y hormigón sean mi sitio. Yo aquí, no pinto nada... Allí... Hay quien piensa que tampoco, pero al menos no me siento como los muñequitos de nieve dentro de burbujas de agua, condenados a ver caer eternamente los mismos copos...


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