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domingo, 16 de septiembre de 2012

16-9-12

Campanilla sin Peter es una minúscula molécula más haciendo tiempo, viendo pasar las estaciones. Si bien es un hada, sin Peter es poco más que una carcasa vacía, todo vísceras y piel, pues su mente y corazón aún libres de tan terrenal condena pueden volar en su busca, dejando el cuerpo a merced del mundo.

El Mundo se enfada con Campanilla y la priva de Peter, la condenan en vida a errar por una ciudad que odia, pues sin su proveedor de polvo de hadas, ésta sustancia se evapora y la deja anclada en aquel infierno terrenal.
Se enfrenta a un gigante mastodonte al que desconoce, selvática fauna urbana por doquier, y ella, una minúscula hada sin su Peter; pierde el espíritu temerario que la empujaría a explorar, y se queda viendo pasar las horas encerrada en su habitación, por miedo a perderse de camino a la cocina o en la inmensidad del salón...
Escribe... Escribe mucho; derrama toda su ponzoña interior en forma de tinta sobre hojas cuadriculadas o austeras cuartillas blancas... La ponzoña son los pensamientos, los sentimientos, las palabras no dichas que en lo más interno de su ser se pudren y forman plastas de alquitrán, la única forma que tiene de diluir un poco tan espesa sustancia, es abriendo un hilillo el grifo, y plasmarlo todo con negra tinta de pilot sobre cualquier superficie.
Los Perdidos se lo han arrebatado. Los Perdidos son los niños que dejaron de serlo y ahora ocupan un lugar abarrotado de la pirámide poblacional, un lugar que ellos denominan << madurez >>, pero no son más que almas perdidas, cuerpos errantes que olvidaron ser niños, y que a falta de ocupaciones más provechosas se dedican a privar de Peter a Campanilla, y se sientan a ver cómo se consume sus energías en su intento por recuperarle...

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