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lunes, 12 de noviembre de 2012

#MADRID

No recuerdo en mi corta existencia, haber pisado jamás ciudad más ruidosa y estresante. Sus habitantes no caminan; trotan de un lado para otro, frenéticos, azuzados por el tic tac de sus relojes. Yo nunca he usado reloj, odio ver cómo una aguja dando vueltas marca el ritmo de mi vida, pero desde que pisé Madrid, yo también he de vivir esposada a una de esas maquinitas infernales...

Es otoño, una estación muy dura para alguien a quien no le gusta el frío. Es Madrid, una ciudad inmensa para alguien que no conoce nada más que su pequeño pueblo. Es la frustración por unos planes truncados. Es la magia de los cuarteados bancos del Retiro. Es la facultad de su sonrisa que hace las veces del Sol cuando están bajo un paraguas... Es un día gris, húmedo y algo frío, pero las chaquetas sobran, y las comisuras mantienen las sonrisas firmes, el ánimo no decae.

Guardo en el recuerdo los fotogramas que inmortalicé con mi mente aquella tarde, forman un bonito álbum al que acudir cuando el ánimo se reseca, cuando las sonrisas caen, cuando los lunares no están en lo más alto..

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