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jueves, 5 de septiembre de 2013

Cartas a...

VII

El Mundo ha perdido la cuenta de la cantidad de veces que la Noche ha sido descrita sobre un papel. Sólo por poner un ejemplo, yo a veces la pinto como una anciana retorcida, vestida tan sólo con una túnica negra, y cuyos brazos son tan extensos, que son capaces de impedir a su ahijada Catalina ver a su amante, Lorenzo (NOTA: referencia a los nombres de la Luna y el Sol respectivamente. Extracto de un cuento popular infantil).
Tal vez la catalogo de cruel por lo mucho que se me atragantan a mí las noches... Todo hay que decirlo; el día de hoy ya venía torcido desde por la mañana. Que por cierto, es ya 4 de Septiembre. ¿Adivinas la hora? Madrugada; el reloj marca casi las dos.
Mi Gente Menuda no entiende que pase el día somnolienta por restar horas al descanso y dártelas a ti. Claro que, no saben que esto tiene destinatario. Cuando me preguntan la razón de mi cansancio, les digo siempre que "las letras me atraparon"... Qué bien suena dicho así, ¿eh? Pero... cómo explicarles que merece la pena, que eres de los pocos que aún confía en la magia que supone deslizar un bolígrafo sobre el folio, y de la exclusiva minoría que vé en mí dotes de escritora. Sólo te pediré una cosa; SONRÍE, que es contagioso. Y yo quiero ser enferma crónica de esa dolencia.

ANEXO
Parece que el amanecer no va a llegar nunca... Son casi las 7:00 am, y creo que si he dormido dos horas seguidas, es decir mucho. Los gallos están empezando a entonar su canción matutina, cuando yo aún me llego por las nanas.
¿La razón de mi desvelo? Ni idea. Los nervios que he ido acumulando a lo largo del día, supongo.
Voy a pedirle una hoja de reclamaciones al señor comercial encargado de la marca de tilas, que no relajan. No sé.. tal vez sean defectuosas. El sueño dispara la imaginación.

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