Fueron tantas las putas noches que fuiste dueño de mi
insomnio... Aun ahora. Que no estás. Que lucho contra mí misma jurándome que
dejaré de quererte algún día. Jurándome que aprenderé a odiarte. A ignorarte.
Que aprenderé a olvidar. Tu nombre. Tus caricias. Tus palabras. Tus arpegios. Tu
melodía. Juro que un día dejaré de estremecerme al encontrar a alguien que use
tu perfume. Juro que algún día dejarás de hacerme daño. Aun ahora. Que no
estás. Me haces daño. ¿Merece la pena sufrir así? Lo mismo me preguntaba cuando
eras mío. ¿Y ahora? ¿Merece la pena sufrir así? ¿Por qué no puedo ser feliz y
punto? ¿Por qué no será tan fácil olvidarte como ha sido arrastrar la carpeta
con nuestras fotos a la papelera de reciclaje? ¿Por qué no sales de mi mente de
una puta vez? ¿Por qué no dejas de ser el puto centro de mis pensamientos? ¿Por
qué eres tan jodidamente vírico? ¡PARÁSITO! ¡Sal de mi mente! ¡Lárgate!
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