Fueron tantas las putas noches que fuiste dueño de mi
insomnio... Aun ahora. Que no estás. Que lucho contra mí misma jurándome que
dejaré de quererte algún día. Jurándome que aprenderé a odiarte. A ignorarte.
Que aprenderé a olvidar. Tu nombre. Tus caricias. Tus palabras. Tus arpegios. Tu
melodía. Juro que un día dejaré de estremecerme al encontrar a alguien que use
tu perfume. Juro que algún día dejarás de hacerme daño. Aun ahora. Que no
estás. Me haces daño. ¿Merece la pena sufrir así? Lo mismo me preguntaba cuando
eras mío. ¿Y ahora? ¿Merece la pena sufrir así? ¿Por qué no puedo ser feliz y
punto? ¿Por qué no será tan fácil olvidarte como ha sido arrastrar la carpeta
con nuestras fotos a la papelera de reciclaje? ¿Por qué no sales de mi mente de
una puta vez? ¿Por qué no dejas de ser el puto centro de mis pensamientos? ¿Por
qué eres tan jodidamente vírico? ¡PARÁSITO! ¡Sal de mi mente! ¡Lárgate!
Lo que escribimos es lo único que quedará de nosotros.
jueves, 21 de agosto de 2014
lunes, 11 de agosto de 2014
No soy. No existo.
Un puñado de niños juega despreocupados en una plaza. Mi presencia no altera su juego. Para ellos sólo soy algo que no existe. Un ser etéreo. Intangible. Me ven apenas un instante. Y después... Después dejo de estar ahí. Una breve aparición. Me pasa con todo el Mundo aquí, en esta tierra de nadie. Este no es mi sitio, así que realmente y a ojos de la gente yo no soy. No existo.
A veces está bien ser invisible; nadie repara en mí más de dos segundos, y puedo estudiar todo a mi alrededor sin ser perturbada. Pero otras... deseo más que nada ser de aquí... Pero eso es imposible. Mi corazón está lejos. Muy lejos. Por eso mi imagen es borrosa, inconstante. Estoy, y no estoy al mismo tiempo. Sólo cuando mi ajado corazón y yo nos reunimos, soy yo del todo. Plena. Completa. Visible. Radiante. Hasta entonces... Seguiré vagando. Como un fantasma...
A veces está bien ser invisible; nadie repara en mí más de dos segundos, y puedo estudiar todo a mi alrededor sin ser perturbada. Pero otras... deseo más que nada ser de aquí... Pero eso es imposible. Mi corazón está lejos. Muy lejos. Por eso mi imagen es borrosa, inconstante. Estoy, y no estoy al mismo tiempo. Sólo cuando mi ajado corazón y yo nos reunimos, soy yo del todo. Plena. Completa. Visible. Radiante. Hasta entonces... Seguiré vagando. Como un fantasma...
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