Mis ojeras hacen juego con los morados de mi corazón, con mis auriculares favoritos, y con mis zapatillas de andar por casa. Con las hojas del cuaderno en el que te escribo cartas cada noche. Con mi cara cuando dejo de respirar por la noche, y tu mano dormida me acaricia el pelo devolviéndome el aliento. Y la vida.
El verde de mis ojos se ha quedado frío. Ya no brilla. Ya no es primavera en mi mirada. Frío. Como el invierno que comenzó en verano. Invierno en pleno julio. Frío, como cuando salías de la cama y me dejabas sola. Frío, como el café que me gusta. El que preparabas mientras te miraba merodear por casa desde el sofá, fingiendo que no te oía canturrear canciones preciosas. Preciosas... Como tu sonrisa. Sonreías mientras lloraba en tu regazo. Y entonces yo también. Sonreía. Y olvidaba llorar. Porque estabas ahí, secándome las lágrimas con tu sonrisa. Porque así eres tú.
Te besaré donde me dejes. Y si no me dejas, te besaré dormido. Y creerás que es un sueño..
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