Mi último recuerdo de la guerra, fue el día de la muerte de mi hermano... Como cada jueves de verano, yo había huido a la ribera del río. Como cada jueves, me desnudaba y nadaba sin prisa, contracorriente. Hasta que los músculos no pudieran dar una brazada más. Entonces me dejaba arrastrar boca arriba por la corriente, hasta el pequeño saliente de tierra por el que había podido acceder al agua.
El dolor físico era cuando podía hacer en mi desesperado intento por evadirme de la Realidad. Mi Realidad... Siglo XXI, en plena guerra. Desconocía los motivos. Nuestra aldea vivía de espaldas al Mundo. Pero de nada nos sirvió escudarnos a la falda de nuestras montañas, de nada nos sirvió...
Aquel jueves, un día de paz como todos aquí, llegaron un puñado de agentes vestidos de impoluto blanco, se llevaron a cuanto joven mayor de 13 años encontraron. Fusilaron al resto sin piedad. Yo me libré. Era jueves, y yo nadaba río arriba. Mi hermano Álex se negó a ir a un guerra de la que no se sentía soldado. Lo fusilaron, como a uno más. Sin contemplaciones.
Cuando llegué a la aldea todo cuanto quedaba de mi gente, era una pila de cuerpos inertes y ensangrentados. No dejaron títere con cabeza. literalmente...
No lloré. Me limité a regresar a la ribera de mi río, a desnudarme por segunda vez aquel día, y a dejarme flotar río abajo. Intentar paliar así el dolor que me mordía por dentro.
Mi último recuerdo, fue el día de la muerte de mi hermano.
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