Lo que escribimos es lo único que quedará de nosotros.

domingo, 7 de octubre de 2012

5-10-12

Cae la tarde, el cielo se ha apagado ya, tan solo los últimos rayos del astro rey despuntan entre las nubes sobre la inmensidad del cielo; la noche se deja intuir.
Puertas adentro las notas de un piano acarician unos delicados oídos enfundados en unos llamativos auriculares, fuera en cambio, unas cadenciosas notas fruto del estrés, del cansancio, y del agobio, desgarran corazones.

Su cuarto es su refugio, extremadamente austero, sólo tiene lo que necesita, cuenta con lo justo, tal vez algo menos, pero, ¿para qué más?
Tiene una ventana a la que asomarse y soñar, una cama mullida y cálida, un cuaderno con bolígrafos, tiene algo de ropa cómoda, tiene palabras en su mente a las que recurrir cuando las fuerzas fallen, tiene tras de sí horas de intensa conversación, tiene un reloj para apreciar el paso de los días, tiene su mente, su imaginación, su mundo.. Tiene brazos para rodearse a sí misma cuando llegue el frío, cuando se sienta sola, pero sobretodo le tiene a Él. Le tiene lejos, MUY lejos.. Pero le tiene, de algún modo, y con él tiene horas de intensa conversación, tiene en él unos brazos que la rodeen cuando llegue el frío, cuando se sienta desamparada y perdida... Tiene esos brazos en su mente, le tiene a Él completo en la mente, tiene la mente en algún lugar, en algún lugar de su mente danzan unas notas de piano, melosas como las notas de un piano son las palabras que a Él le dedica...

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